Alfonso mercado
2008-12-03
El Diario NY

La semana pasada, se conmemoró en todo el mundo, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, decretado por las Naciones Unidas. Como lector asiduo de EL DIARIO, de su sección Nuestros Países, en esa fecha conmemorativa fue alarmante leer sobre las denuncias públicas que se hacen a través de los medios de comunicación del maltrato y violencia que son objeto las mujeres en los países latinoamericanos. Por ejemplo, en México, existen denuncias sobre casos de misoginia (desprecio y odio de género) En el Perú, la Ministra de la Mujer declara que nueve mujeres son asesinadas cada mes. En El Salvador, decenas de mujeres salvadoreñas protestan en las calles y piden investigación en todos los casos de feminicidio.
Después de esta introducción, surgen dos preguntas de rigor. ¿Qué esta ocurriendo en estas sociedades y cuales son las causas que generan este flagelo de violencia fuera de la razón y justicia?
En un análisis preliminar sobre las posibles causas de estos hechos violentos, puedo decir, que en estas naciones no existe el mínimo respeto por los seres humanos, especialmente de la mujer. A pesar que sus constituciones políticas norman lo contrario, un ejemplo a saber: La constitución Política del Perú, en su primer articulo dice: “La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado” bello verso jurídico, pero no se cumple.
Sin caer en el vicio de la exageración, presumo que en estas naciones donde se ha institucionalizado la violencia, han sufrido un deterioro cualitativo lamentable en toda su estructura socioeconómica, jurídica y cultural. Sus individuos proceden de hogares disfuncionales, han tenido infancias tormentosas, y al parecer están perdiendo la salud mental.
Hoy por hoy, urge que los gobiernos centrales de estos países convoquen a los mejores profesionales de las ciencias de la conducta, como son: psiquiatras, psicólogos, sociólogos; para que ellos a través reuniones interdisciplinarias y después de analizar el fenómeno de la violencia, pueden dar un informe con orientaciones especifica para que apliquen los gobernantes a sus ciudadanos respectivos.