SE ACABÓ LA MADRUGADA



El zumo de su mandarina es turbio,
Oscuro el corazón de la tarde nebulosa,
De la noche que empieza a arder,
Que hace temblar las notas
De la sinfonía agazapada...

Le ofrece la espina,
El dardo puntiagudo en la tensa mano.

Se tensa el arpa, el arco iris del arquero
Armado hasta el aliento.

Apunta a la orilla más cercana,
Al aniñado corazón, a la tierna almohada,
A los palcos del invierno.
Atiende a los más altos torreones
Donde anida la calma más preciada.

Le regala la inquietud,
Una herida que se abre, que despunta
Cada mañana,
Que no cura, no se cierra nunca...

Le regala la duda,
La sorpresa bañada en sudores,
Garras que escalan por el temblor,
Por el repetido camino de la incertidumbre.

¡Silencio!
¡Un átomo de brisa!
¡No!
El huracán rasga las paredes,
Escarba las ventanas,
Desangra el débil pulso...

¡Auxilio!
Se acabó la madrugada para siempre

Esmeralda Sánchez Martín.
Posted on 14:19 by E. Martí and filed under | 3 Comments »