LUNES SIN SOL


Ha comenzado un nuevo mes de noviembre. Ese mes en el que parece que todo el mundo le presta un poquito más de atención al sangrante problema de la violencia de género que sigue estando ahí, siempre presente, siempre latiendo en un mundo que parece no prestarle atención a un problema que es algo más que un nombre escrito en las páginas de un periódico o un amarillo suceso en el que las cámaras de ciertos programas parecen regodearse olvidando un protocolo acordado ya hace tiempo, el de no insistir en los detalles para evitar el efecto dominó que todos estos actos suelen llevar consigo. Porque una cosa es el tratamiento que a nivel policial y jurídico deber dársele al caso y otra muy distinta lo que debe trascender a la sociedad. Porque los comportamientos se cambian trabajando desde la prevención, pero no desde el sensacionalismo.
Y los nombres de las víctimas siguen engrosando un largo rosario de cuentas infinitas sin que queden más presencia de ellos que el eco de un breve instante en las ondas, de una línea perdida en la página de un diario lleno de datos innecesarios, de morbosos detalles que, desgraciadamente, parecen ser los  únicos que se fijan en la memoria.
Por eso hoy, ocho de noviembre, quiero compartir con quienes seguís estas páginas el recuerdo de todos esos nombres anónimos que alcanzaron un momento de atención cuando ya era tarde para salvarlos de la muerte.

LUNES SIN SOL.
Nombres..., nombres..., nombres, ...,
caen en nuestro oído los nombres
con el sonido imperceptible
de un grifo goteando en lejanía,
penetrando
lentamente
en nuestro pensamiento.
Nombres invisibles para invisibles rostros.
Nombres de mujeres de aquí...,
… de allá...
de jóvenes mujeres…
… de mujeres maduras...,
de mujeres ancianas son esos nombres
que escalonadamente nos llegan
a través de las ondas…
a través de la tinta volcada en las páginas de un periódico,
casi escondidas entre la marabunta de palabras
y noticias.
Mujeres de toda edad y condición...
Mujeres que se unen solamente
en un mismo hecho y una misma circunstancia:
ser simplemente “mujeres”.
Mujeres hermanadas por la muerte,
esa que, a pesar del temor permanente,
llega un día de forma inesperada...
esa misma muerte que será siempre inmerecida...,
… innecesaria...
Nombres que lanzados al agitado viento de las ondas,
se hermanan en el silencio de un instante común,
instante que los convierte en noticia indeseada,
instante que se perpetúa en la sola certidumbre
de un lazo más en un balcón con otros anónimos lazos,
de otros nombres morados,
blanquecinos,
como huellas de golpes dejadas en los cuerpos silenciosos,
apagado grito entre el cotidiano vocerío...
Un nombre más en una lista que se agranda
cada “lunes sin sol”
en recuerdo de esas víctimas que callan,
de esas víctimas que inútilmente gritan
ante la sordera de una sociedad que aún consiente,
que todavía vuelve la vista ante el indicio de los golpes,
que se mantiene ajena a una realidad
que aún no considera “su problema”.
Nombres que,
por un instante,
salen del anonimato de la vida,
sólo ahora que esa vida
les ha sido arrebatada de entre las manos.
Nombres...
Nombres...
Nombres ...
Sólo nombres que caen en nuestro oído
con el sonido imperceptible
de un grifo goteando en lejanía…
(Texto y poema de Mercedes G. Rojo)
Posted on 13:16 by Mercedes G. Rojo and filed under | 3 Comments »