Fragmento del artículo “A la memoria de mi madre”
¿Se han convertido nuestros legisladores civiles en el brazo
armado de la Iglesia? No dejo de preguntármelo tras más de 40 años de
profesión. Todas las mujeres que se han sentado frente a mí para solicitar una
interrupción de su embarazo no han hablado nunca de derechos ni deberes;
sencillamente me han dicho: Tengo un problema.
(...)La mujer tiene claro que la gestación es un estado que
le afecta solo a ella. Que esa gestación pasa por diferentes etapas y que en
esta primera, en la que formula la petición del aborto, su cuerpo no tiene
constancia de la existencia de algo que sea ajeno a ella.
(...)En estas, el legislador civil, como siempre, en su
mayoría varón, entra a legislar sobre nosotras y nuestro estado. Aunque no
existen argumentos civiles que justifiquen esta invasión, además, y
en nombre de ni se sabe qué derecho, impiden que la mujer tenga acceso a los
recursos necesarios para que la interrupción de su gestación se haga de forma
segura y sin que cause ningún desorden social.
Las razones morales para condenar el aborto ya las da la
Iglesia, la católica... Se tiene que limitar a condenar y amenazar con penas
para nuestra alma.
(...)Así las cosas, si la Iglesia quiere tener algún
resultado práctico en su condena del aborto necesita un aliado con jurisdicción
civil y que pueda impedir el acceso de la mujer a los recursos necesarios,
médicos en este caso, para abortar de forma eficaz y segura ¿Se ha convertido
nuestro legislador civil en el brazo armado de la Iglesia católica?
Eso parece. Su excusa: apropiarse la competencia de mediar
entre la mujer y su gestación es la defensa de la vida. ¿Cómo se puede ser tan
arrogante? ¿Quién se lo ha pedido?
Si su doctrina es defender la vida, ¿por qué no quita el
fusil de las manos del soldado? ¿O en el caso de la Iglesia católica, evita los
casos de pederastia en su propio seno? ¿O por qué no dona toda su fortuna para
evitar la muerte de niños por hambre?...Parece que cuando se trata de exhibir
autoridad sobre la mujer se permiten una autoridad suprema: sin
matices.
Son muchas las situaciones en las que la vida humana corre
peligro y muchas las personas/instituciones en las que el legislador civil
delega su protección. En caso de guerra, deja sin ningún problema que sean las
jerarquías militares las que se encarguen de proteger la vida de los soldados.
Incluso en el caso de asesinos contempla matices que desculpabilizan en parte
el asesinato como la defensa propia. Para la mujer que quiere interrumpir su
gestación, no concede ningún atenuante: ella atenta contra la vida humana sean
cual sean sus circunstancias y la etapa de la gestación en que se encuentre. Es
un ensañamiento excesivo del legislador que en su código civil acepta
situaciones atenuantes y de necesidad para todos los que lo infringen, excepto
para la mujer.
(...)Señores legisladores civiles, admitan de una vez la
capacidad de la mujer para decidir sobre su gestación, por lo menos en una etapa
en la que la existencia de derechos ajenos a ella es un tema de atañe mas a la
moral católica que a la biología humana. Dejen de legislar sobre el cuerpo
gestante de la mujer porque no tienen derecho ni competencias sobre sus
funciones biológicas...
para la sociedad civil y siguiendo la definición de la ONU,
un niño es todo ser humano menor de 18 años. No dice nada de los no nacidos...Ahí
tiene su jurisdicción, señor legislador civil. Proteja usted esas vidas que,
tal y como está la situación, hay mucho trabajo por delante. ¿O recordamos aquí
la enorme lista de desprotección de los menores que está generando su forma de
gobernar? ...Se llenan la boca con la vida ajena y dejan a los discapacitados y
a sus familias (curiosamente los legisladores no suelen tener problemas
económicos, de ahí su poca empatía con el ser humano) abocados a una vida
infrahumana. ¡Qué inmoralidad!
Elena Martín López es ginecóloga y fue directora
de maternidad y gerente del Hospital la Fe de Valencia
Artículo publicado en EL PAIS 13 FEB 2014 - 14:11 CET . Se sugiere leer el artículo completo
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