Una reflexión y un poema contra la violencia de género... ¿en Ciudad Juárez?
El pasado mes de septiembre participaba en un encuentro de escritores/as en recuerdo de la violencia manifiesta contra las mujeres en la ciudad mexicana de Ciudad Juárez. Durante este mes de octubre, un político español comete la aberración de declarar en público (aunque fuese casi en plan de confidencia) algo tan grave como la frase siguiente "las leyes son como las mujeres, están para violarlas". Y el próximo día 25 de noviembre nos enfrentaremos de nuevo frente al recordatorio del "Día contra la Violencia de Genero". Mientras tanto, en León, ciudad en la que vivo, el movimiento "Lunes sin sol", lleva una temporada que se manifiesta prácticamente cada lunes para hacerla visible. Cada lunes, cuando durante la semana anterior se ha vuelto a producir una nueva víctima de esta discriminante violencia. Dicen que en parte es consecuencia de los efectos de la crisis económica a los que muchos ciudadanos se encuentran sometidos, el paro, las deudas agravadas por la falta de trabajo y la presión de los bancos... Pero yo me pregunto, ¿no están las mujeres sometidas a esas mismas presiones, o incluso más, porque en su gran mayoría es en ellas en quienes recae el cuidado de otros miembros de las familias en quienes también se ceban los efectos de la crisis por los recortes en sanidad, en educación, en servicios sociales? Y sin embargo ¿ no la afrontan de otra manera, buscando siempre un resquicio de esperanza, mirando hacia adelante, buscando alternativas al día a día y a los problemas por grandes o pequeños que estos sean? No es un problema de crisis, es un problema de educación. De educación individual y de educación social.
Comentarios como al que antes aludía no se producen siempre en países que algunos (y digo algunos, sin utilizar también el femenino, a posta) siguen considerando como menos desarrollados que el nuestro. Se producen en una España del siglo XXI, con una Ley de Igualdad que tanta gente se ha tomado a chirigota. Donde desgraciadamente, en los últimos meses, se manifiestan cada vez más descaradamente en público no solo comentarios sino circunstancias vejatorias y discriminatorias para las mujeres. Y seguimos mirando hacia otro lado, callando y consintiendo. Exactamente igual que en Ciudad Juárez. Aquí, en nuestra propia casa, como quien ve llover, como quien contempla un fenómeno contra el que no se puede hacer nada.
Y nos siguen hablando de "excelencia" cuando tratamos de hacer que en los foros estemos presentes las mujeres, y nos siguen diciendo "que no estamos" "que no existimos", cuando somos nosotras las que llenamos las salas, cuando somos nosotras las que miramos al futuro, las que dejamos de mirarnos el ombligo, aún cuando nos sería más fácil hacerlo cada vez que se abulta nuestro vientre. Claro que entonces es porque llevamos dentro otra vida en la que pensar, hacia la que mirar, y tal vez por ello nos quede menos tiempo para regodearnos en nosotras mismas.
No sé, será que estoy cabreada, con la vida... o tal vez con los hombres que intentan mangonearla.
Por eso voy a dejar aquí, de nuevo, mi poema. Como en él digo "Me llamo Ciudad Juárez... pero podría convertirse en cualquier otro.
Me llamo Ciudad Juárez,
y corre por mis calles
la sangre de miles de mujeres
cuya identidad ha sido enterrada
en las cunetas,
la sangre de todas esas mujeres
que la han visto vertida por
sorpresa.
Me llamo Ciudad Juárez,
y fui engendrada en el vientre
de cientos de mujeres que parieron a mis hijos,
los mismos hijos que olvidaron luego
que ellas eran sus madres,
sus
hijas, sus hermanas…
sus
novias, sus esposas…
Esos mismos hijos que un día
convirtieron en violencia
el dulce sabor de la leche
con que sus pechos los
amamantaron,
la ternura con la que sus manos
curaron sus heridas
y sus besos calmaron sus desgracias.
Me llamo Ciudad Juárez,
y me han parido miles de mujeres
cuyos nombres han desaparecido
en el tiempo y el olvido.
Me llamo Ciudad Juárez
y lloro hora a hora…, día a día…
y clamo sin que me escuchen,
por la violencia ejercida contra
todas esas mujeres
sin las que nunca habría
existido,
la violencia de los hombres
que trafican con ellas…
de los gobernantes que vuelven
la vista
ante su desgracia…,
de las leyes que siguen
manteniéndolas
en el olvido.
Me llamo Ciudad Juárez,
pero mi nombre es el nombre de
la desgracia,
de la ingratitud
de
la injusticia
del
mercado…
Mi nombre es el nombre olvidado
de sus mujeres asesinadas,
es el nombre del miedo que se
esconde
en cada mujer que habita entre
estas calles.
Me llamo Ciudad Juárez…
Y también María…, Margarita…,
Isabela…, Azucena…
nombres de mujeres que
encontraron la muerte
en estas calles,
por el simple delito de nacer
mujer
en un mundo dominado por la más
irracional de las leyes:
-
la de ser "hombre".
Me llamo Ciudad Juárez.
Pero
no os confundáis.
Mi nombre podría convertirse en
cualquier otro
si el silencio bochornoso
que impone la mirada hacia otro
lado
se sigue extendiendo sobre el
nombre de mis hijas.
Me llamo Ciudad Juárez.
Y mis apellidos son el miedo
y el olvido.
M.G. R - 2012
M.G. R - 2012
1 comentarios:
me gsutaria compartir en tu blog un escrito mio se llama la paz de la conciencia
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