Qué honda angustia produce
observar a través del microscopio
el mundo que una lágrima esconde.
Leer en ella cada pena,
cada latigazo de dolor.
Contar como anillos de árbol
todas las humillaciones sufridas.
Los golpes soportados
en ese resignado abandono
al que la eliminación
de la dignidad conduce.
Una lágrima de maltratada
es mucho más que una lágrima.
Es un mundo de vejaciones
en el que extensos campos
alzan al cielo
sus retorcidas espigas
de dolor amarillo.
Una lágrima de maltratada
es un lamento interminable
que demasiados pocos compartimos
y demasiados muchos ignoran.
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