Ella no debió salir sola.
No debió creer en las palabras
lejos del acento de su casa.
Ella no debió sonreír en la noche.
Ni crecer de luna, libre ni dichosa.
No debieron sus pies
invocar el ángel de la cadencia,
ni alimentar los vencejos de la danza.
Ella no debió provocar colibríes ni mirlos,
levantar a su paso bandadas de aroma
o dar a sus manos trabajos de mariposa.
No debió dilatar la pupila del asedio
ni exponer su vida a la emboscada.
Ella no debió creer en la fuerza
de su derecho a andar sin miedo.
Ella no debió confiar en hombre alguno.
Ella no debió morir por eso.
Alto voltaje sentimental en tu poema, Alfonso. Imágenes bellas y duras que reflejan, sin duda, el laberinto infernal de tantas mujeres.
ResponderEliminarBienvenido a este espacio, amigo. Un fuerte abrazo
Dura y cruda realidad que escrita de esta forma trae el calor de lo bello... y como dice Julio, cuantas mujeres hemos tenido que oir estos reproches en ese laberinto infernal...
ResponderEliminarGracias y besos
PARA JULIO:(sigo bien, Julio y mi mami también..besos)
Muy buenos textos, y mas aun mejor el proyecto de expresion contra el maltrato.
ResponderEliminarhttp://a-tu-recuerdo.blogspot.com/