sábado, 3 de abril de 2010

Ya te perdoné, setenta veces siete

Ya perdoné tu indiferencia, tu falta de respeto y tus calumnias.
Todas las veces que maltrataste mi cuerpo;
hasta dejarme sin aire, sumida en el dolor.

Perdoné tu impuntualidad, tus malas interpretaciones, tu omnipotencia
y el pensar que me escuchabas, cuando vos...
eras tu propio centro de atención.

Perdoné tus acosos y abusos, cuando fuiste mi jefe.
Las amenazas sobre echarme a la calle
si no sacaba la producción.
El salario que no me pagaste, tu despotismo con arte
y el contrato de trabajo que nunca llegó.

Perdoné cuando primero dijiste SI, y luego cambiaste a No.
Perdoné tus inseguridades, tus miedos y tus flaquezas.
Perdoné que no fueras petiso, para poder ver la vida,
como la veo yo.

(Desde acá... el sol calienta más y se respira mejor).

Perdoné tus estafas, tus infidelidades y agravios.
Te indulté, por los juicios injustos en los que participaste;
por tu carencia de misericordia y de compasión.

Perdoné tus robos, tus mentiras y tus halagos burlones.
La fría acogida que me diste, en un encuentro importante;
y la despedida sin besos, ni abrazos, ni "adiós".

Puse la mano en el fuego, hasta quemarme.
Y no fue la mano, lo que me dolió.

Perdoné que te callaras cuando debiste haber gritado:
"te quiero" y "no te marches".
Acepté, ya resignada, que olvidaras preguntarme "como estoy".

Perdoné tus malos pensamientos, tu desconfianza, tus gastados lamentos;
y que no me dejaras llenar, de amor... tu corazón.

Quise ver la belleza de tu alma; pero solo ví, la que brillaba a tu alrededor.
Sin darme cuenta que era yo quien la creaba, mientras tenía sueños e ilusión.

Pero sucedió algo en mis ventanas, cuando me crucificaste;
la humedad de mis lágrimas, las empañó.
Los cristales de mis ojos se limpiaron
y entonces pude... ver mejor.

Vi que me había equivocado, al no aceptarte como sos.

Comprendí que había esperado demasiado,
de alguien, que nunca existió.

Perdoné entonces, a los que alguna vez te lastimaron;
y me pedí a mí misma perdón...

Fue perdonando y perdonando, como conseguí alejar,
todos los fantasmas que habían, entre vos y yo.



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