Reconoce el pisoteo viscoso
Que horada el suelo
En la escalera carcomida
De quejidos
Mientras llega su monstruosidad
En forma de zancada
Con ansia de estrujar
La llave
El peldaño
La entrada
La estancia
Los brazos pobres brazos mutilados
Los brazos el cuello las costillas
Doblegadas al miedo
Pesa la vida cada día
Camino de mil muertes
Mil calvarios gratuitos
Y las horas son rosarios mudos
Oraciones a un Dios que nada escucha.
Percibe e intuye
ResponderEliminarla llegada del monstruo a casa,
y comienza a temblar.
Ha olvidado hace tiempo
la ternura y el amor.
Qué bien has expresado la dureza del maltratador. Gracias Esme por ayudarnos a reflexionar y a adentrarnos en el dolor silencioso.
Besos
Esperar, nada más que esperar.
ResponderEliminarUffff...despiertas con sólo pronunciarte.
ResponderEliminarMuy bueno!!