En esa víscera referencial
hay paisajes que quieren
ser mirados,
achuchones que desean
pequeñas larvas,
como un matrimonio de yonquis.
Las ardillas arden
como velas turbadas que quisieren
ser fantasmas,
se desmoronan
nuestros bosques nocturnos,
y se tornan mares de pequeñas luces
y elefantes de lodo.
El sol resbala
sobre el lomo traslúcido
de la jeringuilla de mi padre,
arrancado de su masa
me ahogo en la existencia.
He leído los árboles
descompuestos como toros de barro,
pulverizados como rapadura de babosa
planta paralítica o piedra en coma.
Los manantiales son cigarrillos
hambrientos
que vomitan el vigor
antes de fundir su estirpe
en océanos de tiniebla.
Arroyos de herrumbre,
montañas de vileza,
dóciles prados
donde maduran las máquinas,
y donde tú y yo
nos escondemos de las mutilaciones.
Este arrastre lánguido
despojado del Verbo,
esta exhalación insomne,
tripas de seda
en el desolladero de nuestros frutos.
Las plantaciones del escaparate
dormidas en la bóveda eclipsada
son el único sustento que nos persiste.
Los truenos son mangostas muertas.
Cesc Fortuny i Fabré de "EL MANUAL DEL ASESINO AUTODIDACTA"
Los hombres no debemos considerar este horror como un problema de las mujeres. Todos debemos implicarnos, denunciando, dando la cara,apoyando. Ellas solas no pueden.
Cesc, muchas gracias por estar.
ResponderEliminarHay una lluvia de imágenes en este poema que me lleva, en la evocación, a Vicente Aleixandre. No tuve ocasión de leerte antes pero lo haré desde ahora.Enganxes. Una abraçada forta.
Julio
Realmente, como dice mi amigo Julio, las imágenes caen en cataratas, remolinean en fondo turbio y a las vez bello del poema.
ResponderEliminarUn gusto leerte.
Saludos
Os agradezco mucho vuestras palabras, pero no creo merecer estos elogios.
ResponderEliminarEsta iniciativa de "CIEN AUTORES CONTRA EL MALTRATO" me parece importantísima, y es un orgullo participar en ella.
Abrazos.