Los hombres no debemos considerar este horror como un problema de las mujeres. Todos debemos implicarnos, denunciando, dando la cara,apoyando. Ellas solas no pueden.
domingo, 14 de diciembre de 2008
Templos Profanados (Un poema de Arturo Borra)
Cuando tu respiración se aplaque –recuerda:
no te salvarás de mi silencio ahogado de rabia
hasta el final:
seguiré siendo la puta que no te deseaba.
Y aunque no pueda hablar peor sería
callar esta herida que desgarra mis amores
desde antes de nacer.
Rebusca las respuestas
que tenías antes de profanarme: nada
me obliga ahora
a defender mis labios.
No sé ya de juramentos pero juro:
no te rescatará ni el sueño –recuerda: no habrá
descanso para tu desmesura. Ni esta furia
que estalla sobre mí calmará tu sed.
También tendrás tu instante de espanto
y la estampida de Dios te cubrirá
de polvo.
¿Cómo callar este incendio que asesina los últimos vestigios
de mi añoranza?
¿Qué bálsamo lava el sudor que congela mis senos?
Recuerda –una vez más-: no hay amnesia
para disipar estas ganas de morir y llevarte
conmigo.
De Figuras de la asfixia, Arturo Borra.
Arturo: Hoy me has sorprendido, me has arrastrado a un lado de la conciencia con la fuerza inequívoca de una voz suficiente, de una mirada sin distorsión o arruga. Es lo que hay en estos casos de templos profanados...
ResponderEliminarvisto con esa perturbadora claridad del asesino.
Un abrazo,
Víktor
Gracias Víktor, para mí tu presencia y reconocimiento son como bálsamos, a los que no quiero habituarme.
ResponderEliminarEn cualquier caso, ¿cuánta profanación presenciamos sin inmutarnos en muchos casos, quizás por la lejanía misma?
No seremos nosotros quienes miren para otro lado; buscaremos, querido amigo, al menos, no permitir que nos cosan la boca.
Un fuerte abrazo,
Arturo
Mientras tengamos vida, damos la vida en ello, querido Arturo.
ResponderEliminarNi que decir tiene que desde que puedo compartir contigo inquietudes voy desasnandome de muchas carencias y voy replanteando cimientos del pensar-actuar que por anestesía, dejadez o ignorancia me tenían acogotado.
Deuda de luz. La luz no se vé, pero nos deja ver. Así tu poesía, en la que no se vé a Arturo, sino lo que de su corazón, mente y vida emerge en la suma mezcla de la palabra.
Nos vemos el lunes, ¿no?
Tu Víktor
Arturo: Necesitamos de las sensibilidades que son alertas. El oficio de la palabra incomoda a los profanadores, los vuelve visibles, vulnerables. Ante el miedo hay soluciones, ante la soledad no; por eso la importancia de los gestos, la solidaridad de una voz que dice:"Estoy aquí, estamos aquí"
ResponderEliminarDesde esta puñetera distancia os mando un abrazo a ti y a Laura con mis mejores deseos para este año que empieza. Muchas gracias por vuestra amistad.
Julio
Querido Víktor, la compañía auténtica, la que nos ayuda a vivir, es de por sí fuente de aprendizaje. Tanta carencia propia sólo puede atemperarse con las aportaciones del otro -y ese otro somos todos cuando nos entregamos al instante compartido.
ResponderEliminarLlamás a ese enriquecimiento "deuda de luz". Hermosa forma de nombrar la contribución que cada cual hace en la ceguera del mundo.
Pero aquí estamos amigo, ayudándonos mutuamente a volver a mirar, desde otra luz.
Gracias como siempre y un fuerte abrazo,
Arturo
Lo esperanzador, querido Julio, es que esas alertas proliferan, a pesar de los amos que siguen moviendo los hilos secretos de este planeta en crisis (de humanidad).
ResponderEliminarOficio de palabra incomodante, oficio de descentramiento y apuesta por los que el sistema proclama "sin valor".
Y eso es decir: aquí estamos, jugándonos un porvenir distinto, donde la soledad también pueda ser habitada.
Por eso mismo, por los dolores de la lejanía incluso, brindo por vos, con un fuerte abrazo agradecido,
Arturo