No te conoceré en un día de lluvia,
Ni mojaré mi corazón en un café con magdalenas.
Hoy no tengo tanta alma como piensas.
Sólo quiero que cese ese ladrido,
Que la araña no teja su hilo en las heridas.
Sólo quiero que venza el aleteo de una ola
En una tarde feliz.
…Pero sólo es octubre, el 24;
En el metro hay mucho frío
Y “ella” está llorando su abandono.
( “ella” es una joven ecuatoriana, víctima de insultos y maltrato físico por parte de un joven catalán en el metro)
Esme, tienes ese punto de narradora y la sensibilidad suficiente como para que no pasen inadvertidas actitudes ni situaciones como esa.
ResponderEliminarGracias mil por participar.
Un besazo.
Julio
Quiero saltar sobre la niebla
ResponderEliminarque me dejó helado y sin suelo
quiero apoyarme en el consuelo
de tu voz que en mi pecho tiembla.
Ser en ese metro ahora ella
y ser contra toda virtud, miedo
y todo, una imposible estrella
que ciegue tanto odio sin denuedo.
Quiero abajar mi ser al canto
mínimo que en el ahora suscribe
que ella nunca más sea espanto
dar con mi carne molida un libre
tiempo sin mengua, horror y llanto.
Un día ser ella: ¿será posible?.
Un beso, querida Esme. Me parece que dices tanto y tan bien que no encogerse, no erizarse de ira, resulta imposible. ¡Qué sensación de impotencia, que evidente ruina!.
Demasiado común. Demasiado demasiado común.
Un beset,
Víktor