UNA VENTANA AL MUNDO
Se oye un ruido de llaves.
El monstruo ha llegado.
La casa ya no es un lugar seguro.
Insultos en pasillos.
La madre respira en el regazo de la noche.
Los hijos preguntan:
¿Por qué tanta violencia?
El silencio en el aire.
La madre aguarda que el reloj avance un poco.
Mira con miedo el rostro
del hombre que hace tiempo
la amaba y protegía.
Ahora es sólo una bestia dominada por la furia.
La madre espera que las horas
escondan la vergüenza de ser nadie.
Nada sale de ella,
ni siquiera una palabra de reproche.
Está paralizada por el pánico.
La sumisión y el miedo
inundan las paredes de la casa.
Nada parece ser la solución.
La bestia imprevisible
se ha convertido en fuego,
un volcán de cenizas.
Palabras que zahieren.
Cada momento existe un grave riesgo
de encontrar la lesión
o la muerte en la orilla del temor.
La madre marca
con sus dedos un teléfono.
Una ventana al mundo
se abre al otro lado.
Ana Muela Sopeña
El monstruo ha llegado.
La casa ya no es un lugar seguro.
Insultos en pasillos.
La madre respira en el regazo de la noche.
Los hijos preguntan:
¿Por qué tanta violencia?
El silencio en el aire.
La madre aguarda que el reloj avance un poco.
Mira con miedo el rostro
del hombre que hace tiempo
la amaba y protegía.
Ahora es sólo una bestia dominada por la furia.
La madre espera que las horas
escondan la vergüenza de ser nadie.
Nada sale de ella,
ni siquiera una palabra de reproche.
Está paralizada por el pánico.
La sumisión y el miedo
inundan las paredes de la casa.
Nada parece ser la solución.
La bestia imprevisible
se ha convertido en fuego,
un volcán de cenizas.
Palabras que zahieren.
Cada momento existe un grave riesgo
de encontrar la lesión
o la muerte en la orilla del temor.
La madre marca
con sus dedos un teléfono.
Una ventana al mundo
se abre al otro lado.
Ana Muela Sopeña